RESEÑAS. Negro

La banda de los Grissom (The Grissom Gang), Robert Aldrich, 1971

La banda de los Grissom  surge en un momento particularmente propicio, tanto en la filmografia de Robert Aldrich, quien  inmediatamente después rodaría La venganza de Ulzana (1972) y El emperador del Norte (1973), como en el devenir del cine negro: el enorme éxito de Bonnie y Clyde (1967) propiciaría en los años siguientes el rodaje de varios títulos de cierto interes de Gordon Douglas, Donald Siegel, Roger Corman o Sam Peckinpah. Y casi inmediatamente, una película que hará historia y revitalizará el género : El padrino (1972), de Francis Ford Coppola.

 

 

     A partir de un tema que encajaba perfectamente con su estilo vigoroso, violento y recargado, Robert Aldrich adaptó un sólido y bien construido guión de Leon Griffiths, basado en la novela No hay orquídeas para Miss Blandís de James Hadley Chase, consiguiendo uno de los mejores títulos de su carrera.

 

 

 

     El rapto de una rica heredera a cargo de una mediocre banda sin más pretensiones que robarle un collar, valorado en 50.000 dólares, da lugar a la aparición posterior de los miembros de la más peligrosa y ambiciosa banda de Ma Grissom, que les arrebatan a la chica con objeto de conseguir un rescate de un millón de dólares y la intención de deshacerse posteriormente de ella. A partir de ahí, comienza todo un extraño juego de relaciones de la víctima con los miembros de la banda, en especial con Slim (Scott Wilson), el hijo preferido de Ma Grissom (Irene Dailey), que se enamora de ella y la salva de las radicales intenciones del resto de la banda.

 

 

     Aldrich recrea con gran convicción y brillantez el ambiente violento y enrarecido de la época de la América de la Depresión, de las bandas de gángsters y de la prohibición del alcohol, consiguiendo uno de los últimos grandes títulos del cine negro. Película brutal y sensible, al mismo tiempo, de acción continuada que no deja respiro al espectador. El retrato, crítico, de la fauna humana que puebla la película : gángsters, policías, investigador privado, padre de la chica secuestrada… resulta verdaderamente demoledor.

 

 

                                                                                                     AnibalMinucio

 

 

PRODUCCION : USA (ABC Pictures, 1971). ARGUMENTO : novela de James Hadley Chase. GUION : Leon Griffiths. FOTOGRAFIA : Joseph F. Biroc. MUSICA : Gerald Fried. MONTAJE : Michael Luciano y Frank J. Urioste. INTERPRETACION : Kim Darby (Barbara Blandish), Scott Wilson (Slim Grissom), Tony Musante (Eddie Hagan), Robert Lansing (Dave Fenner), Connie Stevens (Anna Borg), Irene Dailey (« Ma » Grissom). DURACION : 128 minutos.

El hombre que nunca estuvo allí (The Man who Wasn´t There), Joel Coen, , 2001

 

 

 

 

El cine de los hermanos Coen, a mi entender, tiene una rara originalidad que lo hace enormemente atractivo. Es curioso cómo desarrollan sus historias partiendo de una idea casi nimia, cómo van tirando del hilo hasta componer una madeja, cómo sus guiones se van articulando con innumerables detalles que siempre esconden alguna sorpresa, algo inesperado que, de golpe, desencadena el drama.

 

«El hombre que nunca estuvo allí» tiene, para mí, una particularidad añadida. La fantástica fotografía copiada en blanco y negro. La técnica ha evolucionado tanto, que de un negativo en color, se saca una espléndida copia en blanco y negro, con unos contrastes sorprendentes y una riquísima gama de grises.
Esa personalidad de los Coen los lleva a crear unos tipos singulares, como el del abogado, el de la mujer del asesinado, el inventor del negocio de lavado en seco, etc.,etc., con actitudes es posible que no intencionadamente hilarantes (es decir, a pesar del propio personaje) o que enlazan con el sentido del humor de situaciones y diálogos chispeantes y contundentes. A la pregunta del protagonista Ed Crane (fantásticamente interpretado por Billy Bob Thornton en su apatía y en su grisura) cuando su mujer le pide que se case con él le dice: ¿no quieres conocerme más? y ella le contesta: ¿por qué, vas a ser mejor?.

 

Esta historia de cine negro está narrada con un virtuosismo evidente, el modo de mover la cámara, las perspectivas, los encuadres con los elementos en diagonal creando una gran profundidad de campo en la que todos esos elementos se encuentran enfocados dentro del plano, con una creatividad, en fin, que siempre mantiene el interés del espectador.

 

La historia se desarrolla de forma predecible hasta que, de forma inopidada, se desata la violencia. Todo ello se hace creíble por un excelente trabajo de los actores, todos conocidos y precedidos de no pocos méritos. Desde el citado Thornton, hasta Scarlet Johansson, pasando por la estupenda y obligada Frances McDormand y el no menos brillante «soprano» James Gandolfini.

 

José Díaz-Manresa

 

Producción: Ethan Coen, Estados Unidos, Reino Unido
Título original: «The man who wasn’t there»
Dirección: Joel Coen
Guión: Joel Coen y Ethan Coen
Fotografía: Roger Deakins
Música: Carter Burwell
Montaje: Joel Coen, Ethan Coen, Tricia Cooket
Intérpretes: Billy BobThornton (Ed Crane), Frances McDormand (Doris Crane), Michael Badalucco (Frank), James Gandolfini (Big Dave Brewster), Katherine Borowitz (Ann Nirdlinger Brewster), Jon Polito (Creighton Tolliver), Scarlett Johansson (Birdy Abundas)
Duración: 118 minutos.118 minutos.

La jungla de asfalto (The Asphalt Jungle), John Huston, 1950

 


 

 

 

¿Qué se va a hacer contra la fatalidad?   («Doc» Edwin Reindenschneider en “La jungla de asfalto”)

 

Esa frase podría resumir en cierta manera la filosofía de John Huston, uno de los directores con más personalidad del cine americano. Empezó fuerte con su primera película “El halcón maltés” y después, con altibajos, fué pergeñando una de las filmografías más atractivas que se pueden encontrar. Esta película, por otra parte, es uno de los ejemplos más claros de lo que se puede hacer con un buen guión: hacer una película modélica en su género, con un John Huston, además, en estado de gracia.

No hay resquicios, nada sobra (si acaso el añadido del discurso final del comisario Hardy, que más bien parece una imposición para suavizar la dureza de la historia, pero que no desmerece en definitiva), todo está medido, concatenado. La presentación de los personajes. El tratamiento del guión, -la planificación y ejecución de un robo de joyas en el transcurso del cual el disparo fortuito de un vigilante hiere a uno de los atracadores y todo empieza a ir a peor para ellos-, la  fotografía, la música, la ambientación, la maravillosa interpretación coral, como formando y cerrando un círculo perfecto. Claro que los personajes están perfectamente trazados, definidos, y los diálogos están pegados a la piel de cada uno de ellos. Y por ello son tan convincentes. Como ya es habitual en Huston, ésta es una película de perdedores, de seres perseguidos por esa fatalidad que les golpea con fuerza y que les deja poco margen para reaccionar y levantarse. Están predestinados al fracaso. Como Daniel Dravot y Peachy Carnehan en “El hombre que pudo reinar” o el Billy Tully de “Fat City”, dos de las películas que más me gustan de Huston.

Decir que Sterling Hayden borda su papel o que Sam Jaffe está asombroso en el suyo no es exagerar. Como Louis Calhern, que ese mismo año repetiría otro papel canalla en uno de mis westerns favoritos “La puerta del diablo”, de Anthony Mann, y Jean Hagen, James Whitmore, Marc Lawrence y el resto hasta llegar a Marilyn Monroe, en sus principios como actriz -muy joven y guapa-. La planificación se ajusta a la acción y a sus tiempos de modo que apenas te deja respirar y está apoyada en una excelente fotografía del prestigioso Harold Rosson. En resumen, una película redonda, que hace que ocupe un puesto de honor en la historia del cine negro.

 

José Díaz-Manresa

 

 

 

FICHA TECNICA.- Producción: Arthur Hornblow , 1950, para Metro Goldwyn Mayer.- Dirección: John Huston (05/08/1906-28/08/1987).- Argumento: la novela de William R. Burnett.- Guión: Ben MaddowJohn Huston.- Fotografía: Harold G. Rosson.- Música: Miklòs Ròzsa.- Montaje: George Boemler.- Intérpretes: Sterling Hayden (Dix Handley), Louis Calhern(Alonzo D. Emmerich), Jean Hagen (Doll Conovan), James Whitmore (Gus Minissi), Sam Jaffe (“Doc” Edwin Reindenschneider), John McIntire (comisario Hardy), Marc Lawrence(Cobby), Barry Kelley (teniente Ditrich), Anthony Caruso (Louis Cianelli).- Duración: 112 minutos.

La mujer del cuadro (The Woman in the Window), Fritz Lang, 1944

     Uno de los más conocidos y apreciables títulos del maestro Fritz Lang, en su larga etapa americana, cuajada de obras maestras, casi siempre dentro del “cine negro”, en los años 40/50. Una realización impecable de Lang sirve en bandeja un excelente guion de Nunnally Johnson basado en una novela de J. H. Wallis, en mi opinión parcialmente invalidada por el inesperado y desconcertante final. Final que, en contra de lo que pudiera pensarse, fue impuesto por Fritz Lang a pesar de la opinión desfavorable del guionista Johnson.

 

 

     Si el cine de Lang es el de la continua pesadilla, en “La mujer del cuadro” esa pesadilla toma forma real y una atmósfera progresiva de angustia domina esta historia del maduro y pacífico profesor Wanley (Edward G. Robinson) involucrado inesperadamente en un homicidio a raíz de conocer a una mujer (Joan Bennett). Historia cercana, en algún aspecto al cine de Hitchcock, sobre todo en su giro final.

 

 

 

 

 

    A partir de una pequeña trasgresión: contemplar fascinado el bello rostro de una mujer en un cuadro expuesto en un escaparate (que recuerda la imagen de Gene Tierney en “Laura”, de Otto Preminger, contemporánea del film de Lang) entran  en juego los sentimientos de culpabilidad. Y nuestro hombre se ve fatalmente sumergido en la vorágine de un mal sueño que le llevará al homicidio, a ser chantajeado y a intentar el suicidio.

 

 

     El siempre excelente Edward G. Robinson, tan vinculado a títulos históricos del cine negro, da aquí el contrapunto a su antigua imagen de gángster con una convincente interpretación del pacífico profesor Wanley, un papel que casi repetirá en el siguiente film de Fritz Lang, “Perversidad” (1945), al igual que lo harán Joan Bennett, con su inquietante belleza y Dan Duryea, excelente secundario, en su encarnación del Mal en estado puro. Los tres colaboran en dar verosimilitud y categoría a esta narración, dentro de los más puros cánones del cine negro de los años 40.

 

 

                                                                                                   AnibalMinucio

                                                                                                   

 

 

PRODUCCION: USA (RKO, 1944). ARGUMENTO: Novela “Once Off Guard”, de J.H. Wallis. GUION: Nunnally Johnson. FOTOGRAFIA: Milton Krasner. MUSICA: Arthur Lange. MONTAJE: Marjorie Fowler. INTERPRETACION: Edward G. Robinson (Richard Wanley), Joan Bennett (Alice), Raymond Massey (Frank Lalor), Dan Duryea (Tim, el guardaespaldas), Thomas E. Jackson (inspector Jackson). DURACION: 107 minutos.

Los sobornados (The Big Heat), Fritz Lang, 1953

 

 

 

 

 Tras una serie de obras que abordan desde diversas perspectivas y a cual más interesante, el “cine negro” –“Furia” (1936), “Solo se vive una vez” (1937), “La mujer del cuadro” (1944)  o “Perversidad” (1945),  Fritz Lang logra con “Los sobornados” posiblemente la obra maestra de su etapa americana y uno de los mejores ejemplos de cine negro en estado puro. Con un guión de Sydney Bohem basado en la novela “The Big Heat”, de William P. McGivern,  inspirada a su vez en un caso real, Lang trazó un vigoroso retrato de la evolución moral de un policía honrado y pacífico al que el destino, aquí en forma de corrupción policial y política y el asesinato de su mujer convierten en un violento y obsesivo vengador.

 

     Desde el principio, Lang no deja un momento de respiro al espectador: el fulminante inicio del film, con un primer plano de una pistola sobre una mesa de despacho y una mano entrando en campo, cogiendo la pistola y disparándose en la cabeza da paso a la investigación de un policía, el sargento Bannion (Glenn Ford) para descubrir las causas del suicidio de su compañero, Duncan. También desde el principio, Lang nos ha mostrado la otra cara del tema: la viuda de Duncan ha encontrado un sobre que ha dejado su marido con documentos comprometedores para la propia policía y el mafioso Mike Lagana, al que la viuda no duda en extorsionar.

 

     Pero cuando Bannion da los primeros pasos en su investigación y consigue un primer testimonio sobre el caso, el de Lucy Chapman (Dorothy Green), una prostituta amante de Duncan, la mujer aparece poco después asesinada y torturada. Sorprendentemente, a Bannion se le ordena desde sus mandos jerárquicos parar la investigación para que la viuda Duncan no sea molestada por sus interrogatorios. Pronto comprendemos que, desde la propia policía, no existe el menor interés por descubrir la causa del suicidio de Duncan, ni el asesinato de Lucy.

 

     Al no abandonar el caso, Bannion comienza a ser objeto de amenazas. El relajado ambiente familiar del que disfrutaba se ve invadido al principio por las amenazas telefónicas y posteriormente su mundo salta por los aires cuando alguien intentando acabar con el policía, coloca una bomba en su coche y acaba con la vida de su mujer Katie (Jocelyn Brando), que accidentalmente iba a utilizarlo. Una espiral de violencia se desencadena entonces y alcanza cotas de extrema dureza a medida que Bannion va avanzando en su investigación. Todo estalla cuando se le ordena detener la investigación. Bannion, dimite del cuerpo de policía al darse cuenta de que se intenta echar el silencio sobre el caso. Que no hay ningún interés por parte de sus jefes para descubrir al culpable y a partir de ahí, tendrá que dedicar sus esfuerzos a proteger la vida de su hija.

 

     El ritmo con el que se va desarrollando la película es realmente frenético. No hay una sola escena en que los protagonistas tengan un momento de reposo. En “Los sobornados”, los  “tiempos muertos” brillan por su ausencia. Cabe destacar también la extraordinaria ambientación de la película y la diferencia de escenarios en que se desarrolla la acción: la frialdad y el lujo de las casas del corrupto Duncan y del mafioso Lagana en contraposición al cálido ambiente familiar del domicilio de Bannion, la atmósfera viciada del garito “El retiro” que sirve de centro de esparcimiento de la banda de mafiosos, la oficina del desguace de coches…

 

     Como en el resto de sus películas de cine negro, Fritz Lang nos ofrece una imagen crítica, amarga y pesimista, de la América de los años 40/50. El engañoso final feliz, con Bannion rehabilitado y reintegrado a su puesto de trabajo, no basta para hacernos olvidar el calvario por el que ha tenido que pasar para resolver el caso, la pérdida de su mujer, la corrupción generalizada entre la policía y quienes se dedican a la política y la barrera de silencio y el miedo de la gente normal para evitar verse mezclada en un asesinato sobre el que la propia policía es la más interesada en echar tierra.

 

 

                                                                                                 AnibalMinucio

                                                                                                  

 

 

 

PRODUCCION: USA (Columbia Pictures, 1953). ARGUMENTO: relato de William P. McGivern. GUIÓN: Sydney Boehm. FOTOGRAFIA: Charles Lang Jr. MUSICA: Daniele Amfitheatrof. INTERPRETACIÓN: Glenn Ford (Dave Bannion), Gloria Grahame (Debby Marsh), Alexander Scourby (Mike Lagana), Jocelyn Brando (Katie Bannion), Lee Marvin (Vince Stone), Jeanette Nolan (Bertha Duncan), Peter Whitney (Tierney), Willis Bouchey (teniente Ted Wilks), Robert Burton (Gus Burke), Adam Williams (Larry Gordon), Howard Wendell (Comisionado Higgins), Dorothy Green (Lucy Chapman) . DURACION: 89 minutos.