El cine musical es, seguro, el género que mayor colaboración requiere del espectador. Hay que tener, con frecuencia, una predisposición absoluta. Además, claro, de disfrutar con la música, las canciones, el baile. Es complicado definir el musical porque, por extensión, se encuadran dentro del género películas en las que sólo hay canciones o se trata de representaciones como óperas o conciertos. Incluso hay films, como “Une chambre en ville” (Una habitación en la ciudad), de Jacques Demy (1982), en la que los actores “canturrean” los diálogos, de principio a fin. El espectador no acepta que, de repente, en medio de la acción, el actor o la actriz se pongan a cantar si no tiene esa predisposición de que se hablaba al principio. Le parece que no tiene sentido aunque, en la mayoría de las ocasiones, sí que lo tenga. Pero el aficionado al musical se entrega, sin más, cuando escucha una bella melodía o ve deslizarse con elegancia por la pantalla a los grandes especialistas (hombres y mujeres) que han dado fama al género y que han interpretado números inolvidables.
Y, por otra parte, la organización de un musical es muy compleja y costosa y por eso tuvieron su auge en la época de la «política de estudio» en donde las grandes compañías tenían en nómina a un gran número de profesionales de todas las especialidades, y, fundamentalmente, entre los años 30 a 50, en donde se dieron unas connotaciones sociales específicas. Hoy eso es impensable.
Para terminar esta breve introducción, hay que decir que entendemos por un musical auténtico aquél en el que hay música, canciones y coreografía y que todo ello está perfectamente integrado en la historia que se cuenta y puesto a su servicio. Podrían servir como ejemplo películas como “Cantando bajo la lluvia” (Singin ín the Rain), de Stanley Donen y Gene Kelly (1952), “Melodías de Broadway 1955” (The Band wagon), de Vincente Minnelli (1953), “La bella de Moscú” (Silk Stockings), de Rouben Mamoulian (1957) o “Siete novias para siete hermanos” (Seven Brides for Seven Brothers), de Stanley Donen, 1954.